viernes, 28 de diciembre de 2007

Mi señora...

¿Premio a la vulgaridad?




Sin comentarios :/

martes, 6 de noviembre de 2007

El síndrome del ratón

¿Fobia? ¿Obsesión? ¿Manía?
Esas hubiesen sido mis posibles alternativas, si hace algún tiempo hubiese oído algo sobre ese “extraño” síndrome.

Pero no, no es nada de eso, es un problema físico y no psíquico, aunque… ¿Quién sabe donde tiene su principal origen?

Hace casi 2 meses que comencé a sentir un dolor en el codo derecho, un fuerte dolor que recorría mi brazo en ambas direcciones. Hacia arriba se extendía hasta llegar al omóplato y en sentido descendente llegaba a producirme hormigueo en los dedos y pérdida de fuerza en la mano, hasta el punto de caerme lo que estuviese agarrando.

¿Estrés? ¿Edad? ¿Traumatismos anteriores que comenzaban a evidenciarse?
Esas fueron mis primeras dudas, cuando llevaba algo así como dos semanas conviviendo con ese dolor y molestias. Así que fui al médico de cabecera, quien al encontrarse con mi historial alérgico a los antiinflamatorios acabó firmando una receta de paracetamol con codeína y diciéndome que regresase en dos días que ella era sustituta y que para entonces mi médico habría regresado de sus vacaciones.
Estuve dos días tomando paracetamol-codeína y observando que sus efectos sólo los estaba sintiendo mi aparato digestivo. Pasado ese plazo regresé al médico de cabecera.
En esa ocasión ya era la titular quien me atendió y volviendo a repasar el informe sobre mis alergias medicamentosas –informe que siempre llevo encima junto a mi DNI- decidió cambiarme “el medicamento” pero no así sus componentes…
Como no soy médico, pero sí sé leer y creo que no tengo ninguna dificultad de comprensión, decidí no hacer gastar a la Seguridad Social parte de su presupuesto en costear un porcentaje de un medicamento que, según mi informe, estaba recomendado como analgésico.

Descartada la vía de la Seguridad Social y sus médicos, probé con los masajes…
Dios mío de mi vida, no grité o lloré por vergüenza, pero ojalá hubiese podido regresar a mi más tierna infancia… no habría reprimido esos deseos, lo juro… ¡Qué dolor! Cada presión la viví como una tortura… ¿aquello me iba a servir para algo? o simplemente ¿me dolería menos el brazo al dolerme muchísimo más la espalda?
Al día siguiente, aún estando toda dolorida, me hizo feliz comprobar que mi brazo había regresado a mi cuerpo y podía moverlo a mi voluntad.
En la segunda sesión de masaje me aconsejó que debería ayudar a los masajes con algún antiinflamatorio… no supe qué decir, después de la experiencia vivida en la Seguridad Social, pero… si yo sabía leer y comprender, y en mi informe ponía que como antiinflamatorio alternativo estaba la cortisona… aún tenía una posibilidad.

Se trataba, en primer lugar, de conseguir cortisona pero… si en la farmacia no te venden ni los antibióticos sin receta médica, ¿cómo iban a venderme cortisona?...
Ahí intervino la “suerte”, la siguiente semana tenía 3 días de fiesta: el puente del Pilar.
Con esta motivación emprendí mi viaje a Andorra… antaño se hacía por los bazares de electrónica, pues yo iba a hacerlo por sus farmacias y medicamentos.
El mismo día del Pilar tenía mis pastillas de cortisona, pero… ¿cómo administrarlas? ¿qué dosis tomar?... Bien, si había llegado hasta ahí, sólo se trataba de seguir un poco más, leí las indicaciones y decidí mi pauta, y… entre eso y el masaje: ¡¡¡funcionó!!!
Con 1 mes (4 sesiones) de masaje y 5 días de tratamiento con cortisona todo volvió a la normalidad, el brazo recuperó la movilidad y el dolor sólo quedó como un mal recuerdo.


Dos semanas más tarde ha reaparecido el dolor. He acudido a la visita de un nuevo médico de cabecera (porque en estas dos semanas he cambiado mi médico titular) y tras un exhaustivo examen me ha preguntado mi profesión… a mi respuesta ha contestado con otra pregunta ¿trabajas todo el día con ordenador?, mi respuesta ha sido afirmativa, y a continuación ha emitido el diagnóstico: “la causa es el ratón”.
Me ha recomendado reposo y me ha derivado a recuperación porque según sus palabras soy una deportista “del brazo” y necesito hacer, como todo deportista, un calentamiento previo y ejercicios de relajación.

En cuanto he llegado a casa he hecho todo lo contrario al reposo recomendado, he apretado el botón de encendido del ordenador y directa que me he ido a preguntar a Don Google “dolor brazo ratón”. Su respuesta no se ha hecho esperar y en todas las ocasiones era “síndrome del ratón”. Pocas alternativas he hallado, todo era como para no mirar más un ordenador… pero no me he desesperado y he seguido navegando… entonces ante mi se ha abierto una pequeña esperanza, era la opción que ha tomado un informático: aprender a manejar el ratón con la otra mano. Aunque fácil no parece, mi calidad de vida está en juego, así que si recuerdo el pasado reconozco que tampoco me resultó sencillo la primera vez tuve uno en la mano… posiblemente sea lo mismo, comenzar a manejarlo.

Y en esas estoy ahora, mirando el ratón y pensando “si a ti no hay flautista que te amanse, para mi ya estás en el otro lado".

miércoles, 24 de octubre de 2007

Póntelo, pónselo…

el nórdico (paso a paso)

La otra noche cuando, por el cambio de temperatura, volví a colocar el nórdico en la cama... nuevamente me encontré con el periplo que supone semejante tarea… (y con la odisea que implica conseguir no acabar también "enfundada" dentro si el nórdico es para una cama de 150)...

  1. Estirar la funda nórdica sobre la cama...
  2. Semi-estirar sobre ella el relleno...
  3. Abrir la parte inferior de la funda... apartando el relleno, que está encima, por eso dije lo de semi-estirarlo...
  4. Sujetar con una mano la esquina superior izquierda del relleno...
  5. Introducir toda la mano, el brazo, y todo lo que haga falta, por dentro de la funda... hasta llegar a la esquina superior izquierda de la funda... pero todo esto sin soltar el relleno...
  6. Cuando la esquina de ambas piezas coinciden, sujetarlas con la otra mano (para que no se deslicen durante el resto de la operación)...
  7. Estirar nuevamente la funda nórdica... pero sin que se resbale el relleno...
  8. Introducir en la funda toda la parte superior del relleno... y hacerlo llegar hasta el borde superior de la funda.
  9. Hacer coincidir todo el borde superior de ambas piezas... para lo cual se requiere el uso simultáneo de ambas manos... (y porque no tenemos más manos, que si no también nos harían falta)... así que tendremos que ir colocando el relleno con una mano, y sujetando todo con la otra, hasta completar la operación...
  10. Proceder con el lateral derecho de la misma forma que en el paso anterior... suerte que esto es más fácil, porque en esta ocasión nos dirigimos hacia el extremo abierto de la funda... (menos mal, que suerte la nuestra)...
  11. Regresar a la esquina superior izquierda, y desde ahí colocar el lateral izquierdo repitiendo el proceso descrito en el paso 9... pero en esta ocasión lo tenemos que hacer con muchísimo cuidado, para que no se descoloquen ni la parte superior ni el lateral derecho... (¡con lo que nos ha costado llegar hasta aquí!)...
  12. Sujetar con ambas manos el nórdico (ya relleno) por la parte inferior y sacudir suavemente, con el objetivo de que funda y relleno consigan un ajuste perfecto... (cualquiera se la juega y lo sacude fuerte... tendríamos que volver a empezar)...
  13. No nos podemos olvidar del remate de la operación: fijar toda la parte inferior de la funda, bien bajo el colchón o bien con los lacitos incorporados en la funda para tal fin... (ojo con descuidar este punto porque a media noche nuestro relleno se iría resbalando hasta el suelo, y nosotros dormiríamos bajo una miserable sábana doble).

Lógicamente me volví a plantear cuál es la supuesta comodidad de hacer la cama con este habitual elemento… porque se supone que la ventaja de utilizar las fundas nórdicas es la comodidad… puede alguien decirme ¿dónde está la supuesta comodidad?

sábado, 20 de octubre de 2007

Ya le tenía yo ganas

a escribir una página repleta de pensamientos y pequeñas anécdotas de la vida diaria.
Espero que os guste